
Han pasado ocho lunas desde que comenzó el año. Hubiese querido decir ocho soles pero al parecer el sol decidió armar tal juerga en año nuevo que aún sigue con la resaca. Tanto así que hoy nos vomitó la lluvia. Sí, nos vomitó. No esperen que me refiera a las cosas naturales con menor naturalidad.
En fin, han pasado ocho lunas, ocho lunas que disfrute con muchas eventualidades. No necesito explicarlas con mucho detalle, pero fueron inexplicablemente encantadoras e inesperadas:
Una luna y descubro compañía junto a la Asociación de Desordenados Anónimos
Con dos lunas decido comer bien
A las tres lunas recupero sueño perdido
Ya van cuatro lunas y regreso al buen karma
En la quinta luna encontre más de lo que busqué
Iban seis lunas y los reyes llegaron
Una más, eran siete lunas y sonreí mucho más
Ocho lunas y pintando mandalas me permití soñar
Ya se acaba el día y espero que el sol recupere la conciencia para que acompañe a las siguientes lunas del año. Mañana será la novena luna y para la décima espero sorpresas.
Sé que llegarán.